Esta pregunta es difícil de responder, porque hay distintos tipos de rabietas.
Lo que sí sabemos es que las rabietas no aparecen de repente, si no que son situaciones a las que se van llegando por un camino de desencuentros progresivos y es ahí, donde el desajuste emocional va subiendo. Cuanto mayor es el desajuste del niño más estresante se vuelve la situación para ambos y sin darnos cuenta, ponemos en marcha palabras y conductas que pueden aumentar la angustia del niño y la intensidad de la rabieta.
Es importante saber que implícito a la propia infancia está el hecho de nos saber autorregularse de forma de adecuada y que un buen ajuste de expectativas hacia los niños puede ser en gran medida la clave para gestionar estas situaciones complejas. La propia interpretación que hacemos de esa rabieta juega un papel fundamental a la hora de gestionar esta situación y por ello, otra clave es saber que lo importante no es el contenido de nuestras palabras si no que lo fundamental es la forma en que decimos el mensaje, nuestra postura corporal, el tono la expresión facial eso es lo que los niños captan mejor, mucho más que las palabras, la comunicación no verbal.
Dicho esto, cuando esta situación haya pasado os invito a volver atrás y pensar cómo empezó el momento difícil, en qué momento tu empezaste a sentir que aquello se estaba convirtiendo en un pulso y cómo podéis encontrar la manera adecuada para darle un giro a estas situaciones que forman parte de la cotidianeidad de la infancia.