Mucha gente puede oír, pero poca gente saber escuchar.
Escuchar bien con comprensión y cuidado puede ser uno de los comportamientos más difíciles de encontrar en una sociedad que va tan rápido y que nos exige estar en constante productividad.
La escucha activa es un proceso de comprensión y significación, no sólo de aquello que la persona está expresando, sino también de los sentimientos que subyacen a esas ideas y pensamientos.
Si miramos a los niños más pequeños, podemos observar en ellos una gran capacidad de escucha hacia el adulto, especialmente en la primera infancia cuando los niños están en la etapa de idealización de sus padres y profesores, podemos observarles como miran y escuchan con atención en actividades como: leer un cuento, ver una película o estar en el teatro. Además, es algo que se trata de fomentar en las aulas de infantil para poder conseguir aprendizajes posteriores.
Pero, si queremos que nuestro hijos aprendan a escuchar de manera activa, debemos hacer un ejercicio de reflexión y mirar hacia dentro, para saber cuál es nuestra manera de escuchar.
Cuando escuchamos activamente, estamos también creando un vínculo de apego seguro con nuestro hijos, estamos diciéndoles “es importante para mí aquello que tienes que decir” y se sienten mirados y atendidos emocionalmente.
Por eso la próxima vez que tengas una conversación te propongo:
Si quieres que tu hijo aprenda otras habilidades socioemocionales como esta, te invito a preguntar por mis sesiones grupales. En ellas hacemos hincapié en escuchar de manera activa al otro, y cultivar esa sensación que les permita sentirse un espacio seguro en el que poder hablar de sus emociones.
Escucha lo que te hace sentir esa persona, lo que te transmite y lo que te devuelve de ti. Las palabras son el reflejo de lo que pensamos y sentimos dentro.